viernes, 17 de octubre de 2008

Reseña 2: Colombia: La Violencia Como Forma De Vida


Andrew Graham Yooll nació en Buenos Aires, Argentina el 5 de enero de 1944. Desde mayo de 1998 es editor jefe del periódico Buenos Aires Herald. Desde mayo de 1994 hasta abril de 1998 se desempeñó como Director y fue Presidente de la Junta de Directores desde junio de 1995 hasta abril de 1998. Ha publicado los libros: Tiempo de violencia, La censura en el mundo y Retrato de un exilio entre otros.


Este articulo indica que Colombia no se cansa de exponerle al mundo su cruda situación. Una condición que es protagonizada por: la guerrilla, los paramilitares, los carteles del narcotráfico, el gatillo fácil y los secuestros. Una difícil situación social que se convierte en nuestro día a día.
El escritor argentino se huntó de los problemas colombianos para explicarle al mundo como se hace para vivir y mantener la ilusiones en un país en que las tormentas se producen por los problemas antes nombrados.


Con la aparición de grupos criminales organizados, empezaron a también a verse las matanzas colectivas en las diferentes regiones de Colombia, sobre todo en aquellas en donde los pobres no tienen más armas sino sus manos para trabajar.

"Álvaro Uribe, junto a otros colegas, hicieron un estudio de 1.230 masacres, interpretando masacre como "el asesinato colectivo de personas desarmadas e indefensas a manos de grupos armados". Las masacres, a partir de 1980, las cometían "narcotraficantes, guerrilleros, paramilitares, matones a sueldo, agentes estatales y delincuentes comunes".

El mecanismo favorito para que los delincuentes demuestren su poder y su odio, es tomar grupos de personas inocentes y desterrarlos de su terruño para enviarle un mensaje al gobierno de turno. Sino son desterrados son masacrados.


La infraestructura de las grandes ciudades de Colombia se vio beneficiada con la aparición de las magnas fortunas que deja el narcotráfico. Los colombianos no podemos tapar el sol con un dedo, la plata del narcotráfico se vio cristalizada con grandes edificaciones y aspectos físicos que engalanan a las ciudades.

"La Colombia moderna, esa que viene desde el año 1980, se ha construido a base de cocaína. Los colombianos prefieren negarlo, o no conversarlo. Washington pretende convencer que la droga puede ser derrotada. No se puede. La gente recuerda que la capital, hace un cuarto de siglo, era un caserío. Ahora, Bogotá funciona, es moderna".

Era inevitable que la plata que arrojaba el narcotráfico no se viera en el desarrollo físico de Colombia. Los narcos empezaron a lavar su dinero mediante grandes construcciones que en ultimas beneficio a la estética y a la comodidad de la ciudad. Esa es la realidad, una realidad costosa y dura de asimilar.


En Colombia no solo se asesina, los cadáveres tienen que ser presa de desquiciados y enfermos que ven en la sevicia un arma más para intimidar.

"Las masacres tienen rituales, gritos, se hacen con machetes, se decapitan, se viola, los asesinos se disfrazan de soldados, de mujeres, para no parecer ser lo que son. Pero mucha gente, su gente, los quiere porque son hombres ricos. En los pueblos con ríos tiraban los cadáveres por el río. En el interior, por ejemplo en la frontera con Venezuela, tiraban los cadáveres en suelo venezolano. Cuando hubo quejas en la frontera, los paras compraron picadoras, y molían a los muertos, o los incineraban. En el centro del país, tiraban los cuerpos molidos al río Magdalena. Los peces se alimentaban de humanos picados y no querían otra carnada".

Cuantas familias no se han cansado de buscar los restos mortales de sus familiares desaparecidos. La norma en los grupos al margen de la ley parece ser exterminar a quienes declaran como objetivo a muerte. El climax del acto vandálico no es matar, sino causar repugnancia mediante descuartisaciones y desapariciones completas de los cadáveres.


Es increíble que Colombia no se haya dejado derrumbar por la cantidad de problemas sociales en la que se ve envuelta. Su población trabaja día a día para salir adelante y los flagelos parecen no interrumpir sus sueños. No hay meses sin bombas ni atentados terroristas, pero el gobierno de Álvaro Uribe en compañía de algunos colegas mueven cielo y tierra para tratar de solventar la crisis que ya ha dejado innumerables muertos.


El tema de la crisis al interior de Colombia es un tema recurrente que se convierte exquisito para escritores y periodistas de otras naciones. Esa misma templanza con que los colombianos encaran su diario vivir también llama la atención en las plumas que aterrizan en nuestro país para contarle al mundo lo lindo que es Colombia a pesar de sus problemas.


El texto es atractivo para la lectura una vez el autor empieza a depositar sus propias ideas. Quizá cuando empieza a citar a otros colegas el hilo conductor se torna a perder, pero el recurso es valido si se tiene en cuenta que son aportes claros que ayudan a comprender la realidad de Colombia.




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